«El viento sopla de dónde quiere
Y no sabes a dónde va ni de dónde viene».
Fue mi alma
La que un día se vio en el reflejo de una gota de lluvia paralizada en el espacio vacío
Ya sin tiempo
Ya sin respirar
Se hundía en el silencio.
Y me descubrí
Y fue tan trágico descubrirme
Como quien pierde lo más amado al encontrarse
Fue así
Porque me ví
Me ví como era
Y no como pensaba.
Y quedé en la nada
Sin razones
Sin sonrisas
Sin lágrimas
Sin continuidad.
Solo con la verdad
Mí verdad
Tan dolorosa como el tiempo que pasa
Sin detenerse ante las heridas que matan
Quise mantenerme existente
Pude, pero no sin despersonalizarme
No sin el terror de volver a ver la imagen de mi propio ser.
Pasé a tenerle miedo a los espejos
Al mar, a los ríos y lagos, al agua, en fin, a la vida y quería morirme, pero sin dejar de existir
O tal vez morirme con la certeza de resucitar en el próximo segundo como un nuevo nacimiento, sin conocimiento de causas ni sufrimiento, pero no moría
O tal vez no quería
Porque había entre mi yo y la imagen descubierta una brecha que se aferraba al presente y amaba la vida
Había un nombre
Una sonrisa
Una mano
Una esperanza
Una luz
Estabas tú…
El que todo lo ve.
El diario de viaje de una mariposa
Las alas de la regia mariposa se movían apaciblemente, cual expresión de alegría y amor a la vida, como abriéndose a la libertad; lucía relumbrante y colorida, su estela era un arco iris sostenido unos leves segundos por el viento. Ante tal espectáculo la pequeña mariposa no sabía si mirar a su alrededor o mirar sus fastuosas alas, que con sus suaves y ligeros aleteos realizaban una combinación de colores increíble, tales como los de un ocaso de verano en pleno mar.
La mariposa resolvió dejar de verse por un segundo, entonces fueron deslumbrantes las cosas que apreció; abajo, arriba, a su lado, mil colores destilaban de ese mundo exterior, era una maravilla, nunca lo había visto de esa manera, jamás pensó que existiera, era lo mejor que podía pasarle. Súbitamente miró hacia abajo, le llamó la atención algo que se movía allá, poco a poco fue bajando, disminuyó la velocidad de sus aleteos mientras observaba ese diminuto punto de mil colores que estaba ahí abajo, bajo más y más, hasta que lo tocó y cuando lo hizo se sintió feliz, completa, plena, libre, mítica y real, era ella, sí, era ella posada sobre unas aguas cristalinas.